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Sus nobles eran más puros que la nieve, más blancos que la leche;
más encendidos sus cuerpos que el coral, más hermoso su talle que el zafiro.

Oscuro más que la negrura es ahora su aspecto: no se les reconoce por las calles;
tienen la piel pegada a los huesos, seca como un palo.

Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre,
porque estos murieron poco a poco por faltarles los frutos de la tierra.

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